sábado, septiembre 06, 2008

Rincón del invitado: Juan Pablo Segovia Gutiérrez


Inauguro con este texto una nueva sección del Llanto, en la que pretendo dar voz a mi gente, a los amigos que quieren mostrar sus reflexiones, sus ideas, sus historias, al mundo. El autor de este relato, que tiene mucho de verídico y de real, porque le conozco demasiado bien, y porque yo mismo he experimentado las sensaciones que él describe, es Juan Pablo Segovia Gutiérrez. Sólo puedo contar cosas buenas de JP, como le conoce la afición, ya que es uno de mis mejores amigos, desde hace muchísimos años.

Dejo ya de hacerle la pelota al doctor Segovia y les dejo con "Una noche más":

UNA NOCHE MÁS

Una noche más. Entre emocionado y nervioso, entro en el baño, no sin antes haber puesto en marcha el aparato de música, con algunas canciones que me fueran introduciendo en el ambiente. Con esto comienza una noche más de fiesta.
Tras haberme duchado, salgo de la ducha y me visto con el albornoz. Situado frente al espejo, me miro fijamente a los ojos y pienso, tal como hacía todas y cada una de las veces, que esta sería mi noche. Busco dentro del ropero algo que ponerme, siempre la mejor combinación. Esta noche toca discoteca, con lo que mi atuendo consta de una camisa, unos vaqueros, una correa negra con hebilla plateada y unos zapatos negros. Una vez vestido, decido cual de las colonias que tengo sobre el estante me echaré. Esta noche, Calvin Klein. En uno de los bolsillos, las llaves de casa y el móvil; en el otro, la cartera. Me despido de mis padres. Esta noche viene Joaquín a recogerme.
Cierro la puerta de casa, respiro profundamente y me convenzo, de nuevo, de que esta noche será distinta, será mi noche.

Saludo a mi amigo, que llega puntual, como siempre. Montamos en el coche y marchamos hacia la libertad. Las luces de la ciudad nos iluminan. En nuestro rostro se refleja la impaciencia, las ganas, la emoción.
Aparcado el coche, nos dirigimos hacia el lugar…Entramos sin problemas, dos buenos físicos no tiene problemas. La música ya se escucha, el ambiente ya se respira. Diez euros de entrada con dos consumiciones, no está nada mal. La puerta se aproxima. Cruzamos el umbral, la música nos envuelve del todo.

Las miradas de los presentes se orientan en nuestra dirección. De nuevo, pasamos desapercibidos. Un sitio en la barra. Una Guinnes para mi, Coca-Cola para Joaquín. Esa es la noche. Decidimos recorrer el local. Nos convence, si. Bonita decoración, buena música. Acabamos las copas tras una pequeña charla. Es el momento de entrar en el auténtico ambiente, la pista de baile.
Esfuerzos en vano para conseguir un hueco. El tiempo pasa. Algunas miradas cruzadas, nada más. Eso si, el orgullo muy alto.
Arrecia el calor. Andamos metidos en la muchedumbre. Roces. Solo roces. El tiempo avanza. Vagando en busca de un lugar adecuado. Me invaden pensamientos que alteran mi ánimo. Una noche más, ¿solo eso?. Aun cabía esperanza. Fijo objetivo, comento, no actúo. ¡Maldita sea, otra vez no!. Empiezo a estar cansado. Tres cervezas. Muchas miradas. Nada más. Un último esfuerzo. Nada. Maldito muro, lo odio. Me empiezo a dar cuenta de que todo es igual, como siempre…como siempre.

La madrugada llega. Se acabó. Agotados, nos vamos. Comentarios de camino a casa. Fabricando excusas. Conciencia tranquila. Es la hora de dormir. Antes de cerrar los ojos, pienso que otra vez será. La próxima vez será. Caigo en un profundo sueño. Una noche más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

fofofoffofo. a este paso le quitas el puesto al camarada, jajajaj. muy bueno, más de una noche nos ha salido como esa que describes. haber si me paso por la patria de la mala follá que intentaremos cambiar la monotonía
un saludo jp.