jueves, marzo 22, 2007

El crimen fue en Roquetas

¡Qué pasó en Almería!,
¡pobre Almería!
¡ay Almería!
Carlos Cano (1983)


El 24 de julio de 2005, volvió a repetirse la historia. Un acontecimiento trágico rompió abruptamente la monotonía informativa de aquel verano. Mientras los españoles atestaban las playas y se vaciaban las ciudades, un hombre murió en el cuartelillo de la Guardia Civil de Roquetas de Mar. Se llamaba Juan Martínez Galdeano y tenía 39 años. Otra vez, otra maldita vez.

El suceso copó las portadas de los periódicos y abrió los diferentes telediarios. Una vez digerida la sorpresa y controlado el estupor del primer momento, la noticia se fue diluyendo en el magma informativo del estío español. En estos días, casi dos años después del crimen, se está celebrando el juicio contra los nueve miembros de la Benemérita imputados en la muerte de Martínez Galdeano. Se vuelve a hablar del llamado "Caso Roquetas". Puede que en los medios se recuerde también a aquel anciano fascista que sacó una pistola de fogueo en medio de una manifestación de repulsa al asesinato. Anécdotas, nada más que anécdotas.

Cuando un ciudadano muere en dependencias policiales, después de haber sido detenido y apaleado por agentes de la autoridad, se quiebra el Estado de Derecho. Cuando los que cometen el crimen son aquellos que supuestamente deben velar por la seguridad de todos y combatir a los criminales, la democracia falla. Para nuestra desgracia, este tipo de sucesos no es infrecuente en España. Pocas veces muere alguien tras recibir malos tratos y/o torturas en una comisaría o en un cuartelillo, pero haberlas, haylas.

De nuevo, Almería ensangrentada. 24 años más tarde, otra muerte violenta en los anales de la Guardia Civil. Tras el "Caso Almería", que dió lugar a una magnífica película de Pedro Costa, el "Caso Roquetas". La España del nuevo milenio sigue teniendo el alma de cartón piedra. Algo se cerró en falso, no se limpió adecuadamente el solar patrio, todo estaba demasiado bien atado.

En mayo de 1981, tres jóvenes trabajadores, Luis Cobo Mier, Luis Montero García y Juan Mañas Morales, fueron asesinados en el antiguo cuartel de Casafuerte, para posteriormente ser quemados sus cuerpos en el interior de un coche en la carretera de Gérgal. Los asesinos, dirigidos por el teniente coronel de la Guardia Civil, Carlos Castilla Quero, los confundieron con los tres miembros del comando etarra que acababa de asesinar en Madrid al teniente general Valenzuela. Cómo siempre, el terrorismo individual servía de coartada al aún más tremebundo Terrorismo de Estado.

Hoy en día, 26 años después, la familia de Juan Mañas Morales sigue reclamando justicia. Los padres del joven asesinado, piden la imputación de 8 guardias civiles que se fueron de rositas. Esperemos que la familia del agricultor Martínez Galdeano reciba una justa reparación a tiempo, y que los culpables paguen por el delito cometido. Que no se vuelva a repetir la historia.

Almería, invadida por un mar de plásticos, es actualmente un hervidero de nuevos ricos, hijos de la especulación inmobiliaria y del cultivo en invernaderos. La provincia más oriental de Andalucía, el territorio más seco de España, el refugio mítico del spaghetti-western, podría ser el embrión de futuras Marbellas, si no lo remediamos. Habitada por gentes de todos los lugares, credos y razas, codiciada por las mafias del ladrillo, en su día fue el último refugio de la dignidad nacional.

Cuando la República Española se hundió, aplastada por la bota nazifascista, la ciudad de Almería tuvo el honor de ser el último lugar de España donde ondeó la bandera tricolor. En Almería, mataron también al joven maoísta Javier Verdejo, en agosto de 1976, cuando realizaba una pintada en la playa de San Miguel. Otra vez Almería. Otra vez la Guardia Civil.

No olvidamos tampoco la lealtad de miles y miles de guardias civiles al Gobierno republicano. Muchos de ellos dieron su vida por la libertad, murieron por un mundo mejor, sufrieron prisión o exilio. Cómo voy a olvidarme de ellos, cuando yo mismo soy bisnieto de guardia civil.

Debemos luchar para que nunca más se repitan estos hechos, para que nunca más corra la sangre por Almería, para que no falle la democracia, para que nadie quebrante el Estado de Derecho. Otra cosa sería definir lo que entiende cada cual por estado de derecho. Porque, en marzo de 2007, este invento huele mal y tiene hechuras de Estado de Desecho.

lunes, marzo 12, 2007

Defender a Cuba

Necesitamos a Cuba como necesitamos respirar para sobrevivir. Necesitamos a Cuba como necesitamos el amor, la familia, los amigos, para llevar una vida digna. Necesitamos a Cuba porque necesitamos educación pública, atención sanitaria universal, derechos humanos para todos. Necesitamos a Cuba, porque es la demostración palpable de que otro mundo es posible.

Queremos a Cuba, porque Cuba nos quiere a nosotros. Soñamos con Cuba porque Cuba sueña con el mundo. Admiramos al pueblo cubano, por su entereza, su fuerza, su lucha, porque el pueblo cubano admira a la gente de bien. Somos cubanos, sin haber nacido allí ni pisado nunca aquella isla, porque, en el futuro, todo será Cuba. El nuevo mundo socialista está a la vuelta de la esquina, esperando su momento.

La Revolución Cubana es uno de los procesos políticos más importantes del siglo XX (y del XXI). Heredera directa de la Revolución Francesa, porque derrocó una dictadura sanguinaria y logró la verdadera independencia del país, ejercitando la soberanía nacional. Hija rebelde de la Revolución de Octubre, porque el socialismo no fue su pretensión primera, sino una necesidad posterior. Se atrevió a construir el socialismo, cuando en la propia Unión Soviética lo habían petrificado.

Desde el principio, Cuba pagó cara su osadía. Atreverse a poner en práctica una alternativa al capitalismo a cien millas de las costas de EEUU, era algo imperdonable. El Imperio más poderoso de todos los tiempos castigó al pueblo cubano con el bloqueo económico más prolongado de la historia, que aún perdura. Pronto, desde la Casa Blanca se ordenó a la CIA planificar y ejecutar el asesinato de Fidel Castro.

La familia Kennedy, tan recordada por tirios y troyanos, se obsesionó con Fidel. El Fiscal General de los EEUU, Robert Kennedy, a instancias de su hermano JFK, planeó mil formas distintas de acabar con la vida del Comandante. Para ello se valió de mercenarios cubanos exiliados, que formaban parte de la CIA. Todos los intentos fracasaron. El Caballo sigue en pie, en posición de combate.

En abril de 1961, Cuba tardó apenas tres días en derrotar la invasión de Playa Girón. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias derrotaron y capturaron a más de mil invasores, propinando la primera gran derrota al imperialismo yanqui en América Latina. Año y medio después, con la crisis de los misiles, el mundo estuvo al borde de la Tercera Guerra Mundial. La URSS trató directamente con EEUU, relegando las legítimas peticiones de Cuba al baúl de los recuerdos. Una vez más, el gigante soviético sustituía el internacionalismo proletario por sus ínfulas de gran potencia.

Según apuntan diversas teorías, John Fitzgerald Kennedy, trigésimo quinto presidente de los EEUU, fue asesinado por pistoleros cubanos exiliados a sueldo de la CIA. Puede que Luis Posada Carriles, terrorista internacional responsable de multitud de crímenes, actualmente preso en Texas por delitos de emigración, fuera uno de los que apretaran el gatillo. Años más tarde, Robert Kennedy, moriría asesinado, cuando estaba a punto de convertirse en candidato demócrata a la presidencia.

Acosada, bloqueada, invadida, repudiada, herida, Cuba no tuvo más remedio que echarse a los brazos de la Unión Soviética. Un dato muy importante para comprender la importancia del proceso revolucionario cubano, es el número de víctimas mortales provocadas por acciones terroristas, auspiciadas por el Imperio, a lo largo de estos 48 años. La cifra es espeluznante y demuestra la importancia del socialismo cubano para los chacales imperialistas. Supera los 3000 muertos, incluyendo voladuras de aviones en vuelo, explosiones de barcos, asesinatos de alfabetizadores, introducción de virus y bacterias, bombas contra intereses turísticos, bombardeos aéreos contra la población civil, y un largo etcétera de horrores.

Pero, Cuba, orgullosa y valerosa, supo sobreponerse a las adversidades y continuar su camino. El analfabetismo fue eliminado, la sanidad pública se extendió al común de los cubanos, la reforma agraria entregó la tierra a los campesinos, ... Cuba no dudó ni un momento en ayudar a los demás pueblos latinoamericanos. Fortaleció las guerrillas revolucionarias de todo el continente, y fue lugar de acogida y refugio para perseguidos políticos. Quizás, en algunos casos, el voluntarismo y la ilusión empañaron la realidad, y debido a ello Ernesto Guevara de la Serna fue vilmente ejecutado en Bolivia.

Con el paso de los años, Cuba fue infectada por bacilos estalinistas, contagiada por la ajada URSS. La Revolución Cubana tuvo también su Quinquenio Gris (1971-1976). La censura y el dogmatismo dañaron a la cultura cubana, contrariando el espíritu socialista de la Revolución. La creación del Ministerio de Cultura, dirigido por el martiano Armando Hart Dávalos, pudo frenar aquella desviación y restaurar la cordura. Durante, un tiempo también se discriminó a los homosexuales y a los testigos de Jehová, pero fue algo pasajero, heredado de la caduca y machista moral burguesa, que todavía prevalecía entre algunos revolucionarios.

Como hemos visto, Cuba también rectificó a tiempo y evitó el estalinismo. La Revolución Cubana fue generosa a la hora de practicar el internacionalismo proletario, cuestión fundamental que los soviéticos parecían haber olvidado. Cientos de miles de soldados cubanos fueron enviados a África, a lo largo de varias décadas, para colaborar en la lucha de los pueblos negros por la independencia y el socialismo. Cuba ayudó a preservar la integridad territorial de Ángola, contribuyó decisivamente a la caída del régimen del apartheid en Sudáfrica, y gracias a ella, nació una nueva nación: Namibia. Muchos cubanos perecieron en los campos de batalla africanos o quedaron mutilados para siempre. Cuba demostró que ser internacionalista de verdad, duele y hace sangre, pero merece la pena.

Cuando la Junta Militar chilena derribó el gobierno constitucional de Salvador Allende, bombardeando el palacio presidencial y acorralando al "pije" Allende hasta el suicidio, Cuba abrió sus brazos y ofreció su territorio cómo lugar de exilio para miles de antifascistas chilenos. En los años 80, apoyó con todas sus fuerzas a la hermana Revolución Sandinista, que floreció en Nicaragua.

Fidel Castro predijo la caída de la Unión Soviética, a finales de los años 80, cuando pronosticar la desaparición de la Patria Socialista parecía asunto de ciencia-ficción. Los hechos no tardaron en darle la razón. El bloque socialista se desmoronó por completo, sepultando los sueños e ilusiones de millones de personas. A partir de entonces, el denominado pensamiento único campa a sus anchas por las desoladas calles de Moscú, ocupadas ahora por mafias, oligarcas, socialdemócratas y delincuentes de todos los pelajes.

La voladura del Imperio Soviético destrozó la economía cubana, ya que, debido al criminal bloqueo, la inmensa mayoría del comercio cubano dependía de los países socialistas. Pero, contra lo que pensaban los imperialistas y muchos izquierdistas de boquilla, Cuba resistió. Resistió y venció. Superó el período especial y llegó al siglo XXI.

Hoy en día, Cuba sigue transitando hacia el socialismo, con más empeño que nunca. Mantiene miles y miles de médicos por todo el mundo, atendiendo las necesidades sanitarias de las comunidades pobres de todo el orbe. Junto con la Venezuela Bolivariana, gestiona la Misión Milagro, que ha devuelto la vista, de forma absolutamente gratuita, a centenares de miles de latinoamericanos sin recursos.

No lo han podido asesinar en casi 50 años de Revolución, y eso que lo han intentado tropecientasmil veces. El pasado 13 de agosto cumplió 80 años. Es un anciano enfermo, que permanece actualmente en reposo, a la espera de retomar su actividad habitual. Pero, ese anciano es el Caballo, ese hombre delgado y arrugado es nuestro Comandante en Jefe. Ha sobrevivido a 9 administraciones presidenciales usamericanas, a dictadores cipayos cómo los Somoza, Trujillo o Pinochet, y ha derrotado dialécticamente a caballeretes sin vergüenza, cómo Felipe González, José María Aznar, Silvio Berlusconi o Vicente Fox. Es un gigante de la política internacional y un icono de la revolución mundial. Ante su egregia figura, cualquier otro estadista palidece.

Fidel, en sus últimos años, y sobre todo, desde su última enfermedad, se parece al Quijote. El Comandante Hugo Chávez, digno discípulo y bravo presidente del pueblo venezolano o el novelista Manuel Talens, fiel colaborador de Rebelión.org y paisano de un servidor, lo han señalado recientemente. Don Quijote de La Habana. Verdaderamente, Fidel Castro, y con él, el pueblo de Cuba, ha librado duras batallas en estos 48 años, al igual que el hidalgo manchego.

Para los medios de manipulación masiva, Cuba ha visto fieros gigantes donde sólo descansaban viejos molinos. Para nosotros, el Quijote siempre estuvo cuerdo, porque intentó cambiar el mundo y en ello le fue la vida. Los locos eran (y son) los otros, los que niegan el pan y la sal a la humanidad, los que trafican con vidas ajenas y venden sus convicciones por un puñado de monedas de plata. No hay nada más desquiciado, menos racional y más inmoral, que el sistema capitalista en su versión neoliberal.

Algunos dirán que Don Quijote fue derrotado en las playas de Barcelona, y que murió cuerdo. La gente decente, que todavía conserva la memoria, sabe que Cuba Socialista venció en Playa Girón, y que, desde entonces, no ha abandonado el combate anticapitalista. Don Quijote de la Habana, San Ernesto de la Higuera, sigue con la adarga al brazo, a lomos de Rocinante, cabalgando por la Tierra.

En todos los rincones del mundo, se escucha un rumor de cascos de caballos. Unos pocos, los menos y los que más poseen, lo temen y tiemblan aterrorizados. Otros, los más, los que menos tienen, los que mueren de hambre y sufren en sus entrañas los males de la globalización, lo adoran, lo quieren, lo desean. Ese rumor, callado y constelado cómo escribió Neruda, es Cuba, es Fidel, es el Che, es Camilo, es Haydée, es Celia, es Raúl, es Almeida,... Es el planeta entero, que no se resigna a desaparecer, que no quiere perder a sus hijos humanos, que quiere seguir brillando en el Universo.

Defendemos a Cuba, porque defendemos la vida. Defendemos a Cuba porque defendemos al hombre y a la mujer. Defendemos a Cuba, porque sin Cuba, estaríamos todos muertos. Sólo Cuba, y con ella, Venezuela o Bolivia, nos permiten seguir viviendo. Cuba nos ayuda a soñar. Siguiendo a Don Pedro Calderón de la Barca, la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Con Cuba soñamos, con Cuba vivimos.

sábado, marzo 10, 2007

jueves, marzo 08, 2007

Lo importante es caminar

El Partido Popular se ha echado definitivamente al monte. Por fin, se han despojado de la máscara centrista y exhiben su verdadero rostro: el del nacionalcatolicismo totalitario y excluyente. La chispa que ha prendido la hoguera "popular" ha sido el cambio de régimen penitenciario del militante de ETA, José Ignacio de Juana Chaos.

El PP, teledirigido por los locutores neocons de la COPE, siembre bajo la maléfica sombra de José María Aznar, se ha lanzado a la calle, a protestar contra la supuesta rendición del Gobierno ZP ante ETA. Las banderas franquistas están resurgiendo de las tinieblas, fruto del caldo de cultivo de los retrohistoriadores (Pío Moa, César Vidal, Ricardo de la Cierva) cómo los denominó en su día Fernando Fernán Gómez. La teoría de la conspiración va perdiendo fuelle conforme avanza el juicio del 11-M, y los ultras ya se están cansado de tanto peón negro. Ahora la prisión atenuada de Iñaki de Juana constituye la principal excusa en la estrategia de acoso y derribo contra el PSOE.

La oposición pepera española ha aprendido bien la lección de la oposición antichavista venezolana. La mayor desgracia para nosotros, es que José Luis Rodríguez Zapatero no se le parece, ni de lejos, a Hugo Chávez Frías. Mientras el gobierno bolivariano que encabeza Chávez intenta construir el Socialismo del siglo XXI, el gobierno pesoísta de ZP está socavando el Estado del Bienestar.

La política económica de este gobierno es claramente neoliberal, fiel a los dictados de Bruselas y Washington. La política fiscal es claramente regresiva, cómo ha señalado en repetidas ocasiones el economista Juan Francisco Martín Seco. Las últimas reformas laborales y de la Seguridad Social son claramente lesivas para los intereses de las clases trabajadoras, tal y cómo ha afirmado recientemente el profesor Alberto Montero Soler. El gabinete ZP no es un gobierno de izquierdas, ni siquiera socialdemócrata. A lo sumo, social-liberal.

Optó por otorgar determinados derechos civiles a colectivos que los tenían vetados (extensión de los derechos de matrimonio y adopción a la población homosexual). Cumplió su principal promesa electoral y retiró el contingente de tropas españolas del infierno iraquí. Pero, a su vez, ha incrementado notablemente el número de soldados españoles en Afganistán y ha enviado dotaciones de la Guardia Civil al Haití postAristide. El papelón del presidente del Gobierno y de su ministro de Exteriores defendiendo con ahínco la nefasta Constitución Europea, es otro punto negativo del Gobierno PSOE (me niego a llamarlo socialista porque su política es profundamente antisocialista).

La reciente visita de Zapatero a Marruecos, ha confirmado lo que ya sabíamos: el Gobierno de España ha traicionado de nuevo al sufrido pueblo saharaui. ZP ha aceptado sin reservas la propuesta marroquí de convertir el Sáhara Occidental en una autonomía dependiente de Rabat, imposibilitando el derecho de autodeterminación de los saharauis. Otra puñalada trapera de la antigua metrópoli dirigida al costado de este pueblo valeroso.

La política antiterrorista del PSOE ha sido, en muchos aspectos, similar a la de la etapa aznarista. No olvidemos que el fenecido Pacto Antiterrorista fue una idea original del actual presidente. Recordemos que la Ley de Partidos fue elaborada y aprobada por los dos grandes partidos. El frentismo antinacionalista tampoco fue exclusivo del PP. La criminalización del Gobierno Vasco o las detenciones arbitrarias contra el supuesto entorno de ETA, necesitaron del poderoso apoyo del PSOE y de sus medios satélites (PRISA).

Durante el gobierno ZP, se han seguido produciendo detenciones arbitrarias, han continuado las denuncias de torturas en centros de detención y cárceles, se ha seguido criminalizando a numerosos ciudadanos vascos, ... Sin embargo, parece que desde el poder, se está intentando solucionar el conflicto vasco desde una óptica más inteligente. No se ha aparcado en ningún momento la solución policial, pero también se ha iniciado un proceso de diálogo con la izquierda abertzale y con la propia organización terrorista, que esta momentáneamente paralizado desde el atentado de Barajas.

Este proceso de paz ha enfurecido al Partido Popular. Aliado con grupúsculos ultraderechistas, está intentando desestabilizar al Gobierno, movilizando a su electorado, que no es nada desdeñable (10 millones de personas). Quieren tensar la cuerda al máximo, implorando porque no se rompa el encaje de bolillos que se tejió en la Transición. El PSOE ha reaccionado informando de las excarcelaciones de etarras durante la era Aznar. Parece que se avecina tormenta. Un escenario de lucha sin cuartel entre los dos grandes partidos dinásticos, podría afectar también a la Corona. Y ese es el resquicio que el movimiento republicano debe aprovechar.

Vivimos en la Segunda Restauración Borbónica, heredera directa del siniestro régimen del general Franco. Debemos estudiar cuidadosamente la Primera Restauración para vislumbrar parte del futuro que nos espera. Si consultamos la historia, encontramos el resultado del enfrentamiento y posterior descomposición de los partidos dinásticos de entonces: la dictadura de Miguel Primo de Rivera. El movimiento republicano no supo ganarse el apoyo del movimiento obrero para acabar con el régimen alfonsino, y apareció providencialmente un espadón. El PSOE de aquella época, bastante más rojo que el de ahora, jugó al posibilismo y apoyó la dictadura.

El golpismo enterró la falsa democracia caciquista. Debemos actuar para que no sea el golpismo fascista el que sepulte la actual democracia neoliberal, sino la acción conjunta del movimiento republicano y del movimiento obrero. Aunque tenemos que ser realistas y reconocer nuestra debilidad. Somos pocos y peleados entre nosotros. Sólo la unión hace la fuerza. Sólo con la unión, se puede iniciar una revolución.

La progresiva radicalización del Partido Comunista de España es vital. El PCE continúa siendo el partido obrero más importante de España y es necesario que vuelva a situarse en el espacio antisistémico. Sería procedente además una reconciliación entre el PCE y los partidos ultraizquierdistas. Borrón y cuenta nueva. Hay que reeditar el Frente Popular e intentar atraer a las bases del PSOE. La reestructuración de las centrales sindicales también es ineludible. Debemos extirpar el cáncer de la burocracia y recuperar el sindicalismo de clase. Nuevas caras, nuevos aires.

En estos momentos, es perentoria una ofensiva antifascista. Hay que responder a la derecha en las calles. No pueden enseñorearse de ellas. Sería una tremenda contradicción, ya que siempre han sido especialistas en reprimir con dureza manifestaciones pacíficas. Organizaciones cómo la Coordinadora Antifascista de Madrid ya se ocupan de ello.

La recuperación de la Memoria Histórica es muy necesaria para formar e informar a las nuevas generaciones de lo que fue nuestro pasado. Un pasado terrorífico, negro, asesino, pero también rojo, ilusionante, combativo, luchador. La Federación Estatal de Foros por la Memoria es un buen ejemplo de lo que se debe de hacer en este terreno.

Sólo podremos construir República, habiendo construido antes a los republicanos. Para ello se requieren asociaciones culturales y reivindicativas, cómo Unidad Cívica por la República o la Plataforma de Ciudadanos por la República. Acabar con la desunión y el enfrentamiento estéril entre republicanos debe constituir uno de nuestros principales objetivos.

La tarea es ardua y complicada, pero no imposible. En realidad, nada es imposible. La utopía es un horizonte que nunca alcanzaremos, pero lo importante es caminar, cómo cuenta Eduardo Galeano. Si este pueblo pudo resistir durante tres largos años al fascismo internacional, es capaz de muchas cosas más.

Parece que el PSOE le está enseñando los dientes a la ultraderecha. Su pasividad y blandenguería en estos temas daba ya lástima. Quizás lo que pretenda con ello sea evitar que se rompa el castillo de naipes postfranquista. Regresar al manido consenso y que todos los politicastros se laven las manos cómo Pilatos. Nuestro objetivo es exactamente el contrario: derrumbar de un soplido el castillo de naipes para edificar una República auténticamente democrática. Eso sí, evitando a los espadones y combatiendo a los imperialismos que los acunan.

lunes, marzo 05, 2007

Réplica de Ramón Cotarelo

No tiene Vd. toda la información. No basta con coger las memorias de don Marcelino Camacho y creérselas a pies juntillas, como hace Vd. Muy típico de los comunistas.

El señor Camacho en esas memorias, en el asunto de la huelga de hambre miente. Cuando esa huelga de hambre se puso en marcha yo ya no estaba en la prisión de Soria, pues me habían trasladado a la de Segovia. Ese desmentido lo publiqué en su día en "Diario 16", en la crítica al libro del señor Camacho quien, por supuesto, no me contestó. Tengo, además, los correspondientes papeles de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias que así lo prueban.

En cambio, le contaré a Vd. otra anécdota, también fácil de comprobar: en enero de 1967 todos los presos políticos de Carabanchel (entre los que me encontraba yo), hicimos una huelga de hambre para protestar porque la dirección había castigado injustamente a un preso etarra. Todos... menos don Marcelino Camacho.Eso también es comprobable.Así que ya ve Vd. por dónde respira cada cual

Salud.

Ramón Cotarelo.

domingo, marzo 04, 2007

Miserias de la socialdemocracia

Hace varias semanas, estaba zapeando tan tranquilamente, cuando me topé con Mario Soares. El expresidente portugués estaba siendo entrevistado por el periodista Joaquín Petit, en el programa 1001 Noches, de Canal 2 Andalucía. Inmediatamente, solté el mando a distancia y me dispuse a escuchar la entrevista.

Al cabo de pocos minutos, al responder a una pregunta del entrevistador sobre la Revolución de los Claveles, Soares dijo algo muy trascendente. Comentó que esta insurrección fue en sus inicios una revolución democrática y que con el paso del tiempo se convirtió en una revolución socialista-comunista. Añadió que gracias a él y a su partido, el Partido Socialista de Portugal, aquella revolución había fracasado y Portugal se había apartado de la senda del socialismo. Nunca un socialdemócrata fue tan claro.

Mario Soares torpedeó la vía portuguesa al socialismo desde el principio. El Partido Socialista, con la inestimable colaboración del embajador usamericano en Lusitania, Frank Carlucci, impulsó la destrucción de la primera revolución socialista en Europa Occidental desde la Comuna de París. La historia se repetía. La socialdemocracia portuguesa aplastaba una revolución socialista, al igual que el gobierno del SPD reprimió el levantamiento espartaquista de 1919, asesinando a Karl Liebknecht y a Rosa Luxemburgo.

Esto no es nada nuevo. Desde siempre el reformismo, aliado a la reacción, ha entorpecido el inevitable ascenso de los trabajadores hacia un mundo mejor. Lo más sorprendente del asunto es la naturalidad y la normalidad, incluso el orgullo, con el que Soares se refería a su traición al pueblo portugués. Es algo demoledor desde mi punto de vista.

Por estos lares, no estamos muy acostumbrados a la sinceridad en la política. Nuestros socialdemócratas han sido igual de traidores y de represores que los del resto del orbe, pero no han sido tan sinceros como Mario Soares.

Nadie puede olvidar la degradación en que desembocó el felipismo. Con los últimos datos que se manejan este período histórico es entendible, ya que ahora conocemos los primigenios contactos del clan de Sevilla con la CIA o con la socialdemocracia alemana. Es de cortesía cumplir los compromisos adquiridos, aunque ellos suponga estafar a millones de votantes, saquear a manos llenas el patrimonio público y asesinar a presuntos terroristas.

Los militantes más correosos del PCE también recuerdan los manejos eurocomunistas de Santiago Carrillo Solares ¿Y no es acaso el eurocomunismo una forma refinada de socialdemocracia?

En estos dos casos, nunca se ha producido una confesión cómo la de Mario Soares. Nunca han reconocido ni reconocerán, que ni el socialismo ni tampoco una tímida socialdemocracia clásica constituyen sus objetivos ni fundamentan sus actitudes políticas. Al fin y al cabo, Soares forma parte del ala izquierda de la socialdemocracia, mientras que energúmenos cómo Felipe González a duras penas podrían clasificarse cómo social-liberales.

Pasemos a otro asunto, siempre navegando por los procelosos mares de la socialdemocracia. El pasado 5 de Febrero, el profesor Ramón Cotarelo atacó sin piedad a Marcelino Camacho en su blog. Reproduzco a continuación las lindezas y comparaciones (odiosas) que escribió Cotarelo:

"Así que en la manifa estaban los comunistas de la UCE, bien agarrados del brazo de los franquistas del águila en la bandera. Y también había algunxs representantes de doctrinas habitualmente nefandas para la derecha, como la republicana o la socialista. Allí estaba la socialista, doña Rosa Díez, también del ganchete de los de la UCE. La función de estxs elementxs (comunistas, socialistas, republicanos que hacen el juego a las derechas), desgajadxs de su medio natural e incrustadxs en territorio hostil es, por lo general, claramente legitimatoria. Se ha hecho en todas las guerras porque uno de los modos de minar la moral del contrincante es que éste vea a lxs suyxs combatiendo en las filas enemigas. Muchas veces estas gentes acaban abjurando de su fe primera, pero no siempre tiene por qué ser así. ¿Nadie se acuerda de los artículos que publicaba el señor Marcelino Camacho en el ABC, cuando lo dirigía el señor Ansón, quien solía glosar las aportaciones del sindicalista en las páginas de huecograbado afirmando que era un honesto representante de la "auténtica" izquierda frente, claro es, a la "traidora" de la socialdemocracia reformista de entonces, la del repugnante "felipismo"?"

Desde mi modesto entender, que por supuesto no llega a las cotas de maestría intelectual de Cotarelo, comparar a Marcelino con Rosa Díez es una barbaridad. Aparte, la manera despectiva en que llama señor a Marcelino no es digna de un socialdemócrata de izquierdas (categoría política en la que se inscribe él mismo)

Uno, que no ha vivido casi nada pero tiene algo de memoria, conoce perfectamente el porqué de este ataque despiadado. Sólo hay que coger el espléndido volumen de memorias de Marcelino, "Confieso que he luchado", ojearlo y buscar las referencias a Ramón García Cotarelo. Dicho y hecho. Uno abre el libro por la página 260 y encuentra a nuestro personaje. Cuenta Camacho en este pasaje de sus memorias cómo es trasladado a la prisión de Soria, en plenos años 60, y cómo toma contacto con todos los grupos políticos presentes en la cárcel, entre ellos el PCE-ml. El secretario general de esta organización era entonces Paulino García Moya, antiguo militante del PCE. En esos días García Moya se encontraba en presidio en Soria, al igual que su hijo, García Cotarelo.

Poco a poco, vamos desbrozando el camino y se explica la animadversión de Cotarelo hacia Camacho. Por lo visto, el fundador de las CCOO propuso a los demás presos políticos iniciar una huelga de hambre cómo medida de presión, encaminada a obtener algunas reivindicaciones. La huelga duró diez días y el seguimiento fue casi unánime, participando en ella Paulino García Moya. Sin embargo, su hijo, Cotarelo, ni participó en la huelga de hambre ni firmó un escrito dirigido al ministro de Justicia. Marcelino se refiere a él en el libro, cómo un catedrático universitario en la órbita del PSOE (las memorias se publicaron en 1990).

Con estas dos anécdotas, he querido señalar el carácter malsano y contraproducente de la socialdemocracia. La derecha, que oprime y sangra al hombre, está mucho más cerca de lo que creemos, en la otra orilla del río. Aquellos que prostituyen el socialismo, gestionando el capitalismo, son enemigos de la clase obrera. En el futuro, el pueblo soberano sabrá hacer justicia.